28/10/14

Series INconfesables

Lo tengo que decir. En ocasiones veo series a las que ningún medio de comunicación dedicará ni una sola línea, sobre las que los más aclamados tuiteros nunca escribirán y que jamás ganarán un premio 'serio'. Sí, veo esas series y lo que es peor aún ¡estoy enganchada!

Empecemos por esa que lleva cinco temporadas volviéndome loca. Que si A es chico, que si es chica, que si hay dos teams, que si sudadera negra, que si gabardina roja, que si ahora Mona está loca, que si ahora Mona es aliada, que si Alli.... Sí, veo Pretty Little Liars y a veces ni yo sé porqué. Tengo la eterna sensación de que ni los productores saben quién es A y se van a marcar un auténtico Gossip Girl (llegaremos a ella, tranquilos). Pero, y aunque la serie haya perdido el rumbo -si es que alguna vez lo tuvo-, una ya no puede darle carpetazo sin saber quién es A, quién es bueno -si hay alguien que lo sea-, quién es malo, cómo de estúpida puede llegar a ser Emily, si Aria, además de vestirse con los ojos cerrados, esconde o no ese lado oscuro que se le intuye, si Spencer llegará a la universidad o volverá al manicomio, o qué será de Hanna (mi favorita). 

Gossip Girl es tan mala y tan buena a la vez que me la he visto de más. Y voy a confesaros algo peor: nunca dejaré de ver Gossip Girl sólo por los modelitos que les ponen. Oye, que no hay día que no vayan a una fiesta de alta costura, pero es que incluso yendo al colegio de uniforme son capaces de ponérselo todo y más. Eso sí, para la boda de cuento de Blair con su súper príncipe azul bajaron el nivel... La trama no es más que otro culebrón adolescente que, además, empeora con el tiempo y el final... En fin, el final no hay quien se lo crea (porque ni si quiera encaja). Pero volvemos otra vez al punto fuerte de la serie, esos outfits que las dos protagonistas lucen tan bien. 

En esta lista no podía faltar Revenge, un mega culebrón muy trabajado que hubiera llegado a ser una serie decente si se hubiera quedado en su primera temporada. Pero como ya sabemos que los guionistas son demasiado ambiciosos y no quieren asumir que no hay mejor despedida que una retirada a tiempo (que se lo digan a los de Homeland), convirtieron un buen drama en un gran culebrón. Apenas he visto la nueva temporada, que se ha presentado con una vuelta de tuerca muy seria y con el foco principal puesto en Victoria, el mejor personaje de la serie (épica Madeleine Stowe). 

¡Y ésta es la peor de todas! Todos los lunes a la noche nos enchufamos a la tele para ver La que se avecina. No negaré que puede ser rancia, zafia, vulgar y todo lo que queráis, pero siempre nos saca alguna carcajada (¡ese Amador!). Es la única serie de producción española que vemos y, lo que es peor aún: si hacemos zapping mientras cenamos y no hay nada decente en ningún otro canal (es decir, si no están dando los Simpson), cae alguna reposición en FDF.... 

Eso sí. No podía cerrar esta confesión sin deciros que sí, yo vi Sexo en Nueva York. Las seis temporadas en-te-ri-tas. Incluso la primera película. Por cierto, yo no quería que Carrie acabara con Big, era pro Aidan. Podría ser peor, podría contados que en mi adolescencia fui hiperfan de Dawson Crece y que aún sigue teniendo un lugar de honor en mi disco duro. Creo que me sé la serie de memoria. ¡Y tuvo un buen final!

Lo mejor es esas amigas con las que puedo hablar sobre lo acontecido en el último capítulo. ¡Las adicciones inconfesables seriéfilas compartidas saben mejor! ¿No?

21/10/14

Neuschwanstein: El castillo soñado

Aún recuerdo la primera vez que lo vi. Estaba en mi primer año de instituto (1º de Bachiller) y me acerqué al aula del departamento de Historia para hacer una consulta a mi profesor. Y allí estaba: ampliado y enmarcado. "¿Qué es?", le pregunté. Y entonces Alex, uno de los mejores profesores que me he cruzado en mi vida estudiantil -esa que nunca acaba-, me lo presentó. Era el castillo de Neuschwanstein, en Alemania, de proporciones inmensas y que, entre otras cosas, sirvió de inspiración para el castillo de Eurodisney. Desde aquel instante deseé visitarlo. 

Como sabéis, en agosto hicimos un 'road-trip' hasta Munich. El primero de nuestros días en la gran cuidad bávara lo dedicamos entero a  mi castillo. Nos habían recomendado ir a primera hora del día (se tarda algo más de una hora en llegar en coche) pero no logramos salir de Munich hasta pasadas las diez de la mañana. Una vez allí, cola para aparcar y una inmensa cola para conseguir las entradas. Puedes visitar sólo el castillo de Neuschwanstein o comprar un ticket combinado para poder visitar el castillo de Hohenschwangau también. 

La explotación de los castillos sigue un modelo muy cuadriculado, muy organizado, muy germánico. Las visitas guiadas son en alemán y en inglés; los que deseen hacerla en otro idioma se servirán de una audioguía. Eso sí, cada oveja con su pareja: para cada idioma hay una hora determinada. Puede que sea por el afán por el orden o para que los latinos gritones nos molestemos sólo entre nosotros, jeje. 

Mientras esperábamos en la cola de las entradas degustamos unas ricas wurst alemanas y una más rica aún weiß ßier de la zona. A pesar, repito, de que nos repitieron varias veces la necesidad de llegar temprano, a duras penas conseguimos tickets para visitar el castillo en el último turno del día en castellano. De hecho, durante la jornada nos topamos con una pareja que, habiendo llegado poco después que nosotros, se quedó sin poder visitarlo. 

Los castillos están situados en un paraje idílico incluso para mí, que ya sabéis que soy más de mar o asfalto que de montaña. Las vistas son espectaculares, verde y más verde y lagos de película. Y, al fondo, los Alpes. Además, el tiempo nos acompañó durante toda la jornada y eso que en los días siguientes tuvimos que echar mano de paraguas. Dicen que el Rey Luis II, el loco rey que mandó construir el castillo, se recluyó en aquel paraje del que estaba locamente enamorado. ¡Cómo para no! 

Primero visitamos el castillo de Hohenschwangau. La visita de 20 minutos te permite hacerte una idea de cómo es la totalidad del castillo. En Neuschwanstein, en cambio, la visita se queda excesivamente corta. Supongo que parte del interior no está acondicionado pero nos quedamos con la sensación de haber visto demasiado poco y, además, demasiado rápido. Aún así, la visita merece la pena, todo el mobiliario y los detalles están milimétricamente cuidados y la recreación es muy interesante. Cada vez que visito un monumento residencial (en el propio Munich entramos en Residenz, la Residencia Real que ahora sirve para exhibir un lujo y una decadencia desmedida -visita que recomiendo encarecidamente, por cierto-) entiendo menos qué han hecho en Estambul con el Palacio Topkapi.

No obstante, lo más bonito es la imagen imponente del castillo desde el exterior. Especialmente en la  zona trasera del propio castillo con un puente colgante atiborrado de turistas pero con unas vistas inolvidables. También hay un telesilla para poder ver la más famosa de las vistas del castillo, la de la entrada roja desde lejos; pero eso quedará para una futura ocasión. 

Vista del castillo de Hohenschwangau

El castillo de Hohenschwangau y su espectacular entorno

Inmenso el castillo de Neuschwanstein

Si vais a Münich Neuschwanstein es parada obligada. Entréis o no a visitar el interior de los castillos no podéis perderos este monumento que, recientemente fue finalista de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno y cuyas dimensiones os dejarán boquiabiertos... Yo, desde luego, no dejé de sonreír mientras contemplaba uno de esos rincones del mundo que siempre había soñado mirar. Eso si, ¡IR A PRIMERA HORA! ;)


14/10/14

Fútbol y libros

El año pasado me regalaron un libro futbolero que, aunque me ha costado leer (veo series por encima de mis posibilidades), me ha abierto el apetito. Al margen de libros enciclopédicos que recopilan la historia de la Real Sociedad y dos libros que, siendo jovena e inmadura compré de José Ramón de la Morena (...), he consumido muy poca literatura futbolera. Los leídos y algún otro título de mi 'wish list' a continuación. 

- Fútbol contra el enemigo, de Simon Kuper. Genial libro que sigue vigente a pesar de los años (con algún matiz), que revela la estrecha e íntima relación entre fútbol y política/poder y la importancia que el deporte rey tiene entre la sociedad y en la conformación de movimientos o ideologías. Repito que me ha costado leerlo, por falta de tiempo dedicado a la lectura, pero me ha parecido un libro muy revelador. Con datos, con testimonios y con anécdotas contadas sobre el terreno. El futbolista viajó a 22 países para documentarse. 

- Futbolistas de izquierdas, de Quique Peinado. Aún no lo he leído. Lo he tenido en mis manos un par de veces, lo he ojeado e incluso leído pasajes enteros, pero aún está en mi lista de deseados. 

- El autoestopista de Grozni y otras historias de fútbol y guerra, de Ramón Lobo. Buscando nuevos libros me he topado con éste, que tiene muy buena pinta. Pretende explicar la conexión entre el fútbol y los conflictos bélicos del mundo. El propio autor sirvió de correo para mantener en contacto al extxuriurdin Meho Kodro con su familia durante la guerra de la ex Yugoslavia. 

- Fiebre en las gradas, de Nick Hornby. El autor traza un relato autobiográfico sobre su amor y fidelidad al Arsenal. Una relación tortuosa y obsesiva que le lleva a rechazar invitaciones de boda si su equipo juega en casa, entre otras cosas. Muchas ganas de leer este libro que ahonda en la raíz de la fidelidad, la obsesión y la pasión de los seguidores hacia su club. 

- Mi abuela y diez más, de Ander Izagirre. De esta joya txuriurdin escribí hace un año. Impagable el tiempo que dediqué a su lectura. Piel de gallina en más de una ocasión y una emotiva sensación de recordar momentos que ni viví gracias a su pluma. De re-lectura obligada. 

- Latidos de futbolista, de Aintzane Encinas, futbolista y capitana de la Real Sociedad. Un libro de pequeños relatos escrito desde el punto de vista de una futbolista que ha demostrado tener muchísimo talento escribiendo. El prólogo del libro está escrito por Esteban Granero

Como digo, soy novata en este tipo de literatura así que agradeceré cualquier recomendación...

7/10/14

Recuerdos televisivos

Entre los dos rombos y el Sálvame somos herederos de una televisión castiza, friki y, porqué no decirlo, entrañable. Desde las Mamachicho a Ruperta pasando por Flequi en El juego de la oca y el programa precursor del friquismo actual 'El Semáforo' (¡inmortal Cañita Brava!). 

Podríamos pasarnos horas recordando programas y series como El Gran Prix, Vip-Vip, Makinavaja,  Los ladrones van a la oficina, Qué apostamos, Médico de Familia, Farmacia de Guardia, No te rías que es peor... Y es que, si algo hay que reconocer es que la televisión que hemos heredado ha sido carismática y ha sido capaz de regalarnos momentos y expresiones épicas que nos acompañarán siempre. Os dejo algunos de mis favoritos:

¡¡¿PERO ESTO QUÉ ES?!! Porque antes de que Mauricio Colmenero hiciera suya la frase, Matías Prats (¡qué sería de la televisión sin él) nos la grabó a fuego en la memoria:

El mineralismo VA A LLEGAR. No sabemos cuándo, pero está a punto. ¡Ah! Y dejad hablar a la minoría silenciosa!

Palabra de Carlos Jesús. Y si no es el mineralismo, vendrán trece millones de naves de Raticulín. Avisados estáis.

La palangana de Camilo José Cela. La cultura y al tele, siempre tan unidas...

Beso o tortazo. Y por último, uno que siempre me hace reír. Algo habría hecho Perico Delgado para llevarse semejante tortazo... (mejor verlo entero)



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